martes, 7 de agosto de 2012

El Señor Jesús Es Quien Me Redime.


Salmo 32

Una promesa de bendición de la Palabra de Dios  tomada para bendecir tu vida.

(NVI) 
Dichoso aquel a quien se le perdonan sus transgresiones, a quien se le borran sus pecados. Dichoso aquel a quien el Señor no toma en cuenta su maldad y en cuyo espíritu no hay engaño. Mientras guardé silencio, mis huesos se fueron consumiendo por mi gemir de todo el día. Mi fuerza se fue debilitando como al calor del verano, porque día y noche tu mano pesaba sobre mí. Pero te confesé mi pecado, y no te oculté mi maldad. Me dije: "Voy a confesar mis transgresiones al Señor", y tú perdonaste mi maldad y mi pecado. Por eso los fieles te invocan en momentos de angustia; caudalosas aguas podrán desbordarse, pero a ellos no los alcanzarán.  Tú eres mi refugio; tú me protegerás del peligro y me rodearás con cánticos de liberación. El Señor dice: "Yo te instruiré, yo te mostraré el Camino que debes seguir; yo te daré consejos y velaré por ti. No seas como el mulo o el caballo, que no tienen discernimiento, y cuyo brío hay que domar con brida y freno, para acercarlos a ti." Muchas son las calamidades de los malvados, pero el gran amor del Señor envuelve a los que en él confían.   ¡Alégrense, ustedes los justos; regocíjense en el Señor! ¡Canten todos ustedes, los rectos de corazón!


(DA)
¡Benditos son aquellos cuyas transgresiones son perdonadas, los que sus pecados son cubiertos! ¡Benditos aquellos a quienes YAHWEH no imputa pecado, en cuyas bocas no hay engaño! Cuando me mantuve callado, mis huesos se consumieron por causa de mi gemir el día entero; día y noche tu mano estaba pesada sobre mí; estaba totalmente miserable, mientras una espina estaba atada a mí. Cuando reconocí mi pecado a ti, cuando paré de esconder mi iniquidad, y dije: "Confesaré mi iniquidad a YAHWEH"; entonces, Tú perdonaste la perversidad en mi corazón. Por lo tanto, todo hombre santo ore a ti en el tiempo que puedas ser encontrado. Entonces, cuando las aguas de la inundación estén rugiendo, ellas no lo alcanzarán.   Tú eres un refugio para la aflicción que me rodea, mi alegría, para liberarme de aquellos que me han rodeado.  "Yo te instruiré y te enseñaré el camino que debes de andar; Yo te daré consejo; mis ojos estarán observándote." No seas como un caballo o un mulo que no tiene entendimiento, que tiene que ser sujetado con bocado y freno, de otra forma, no viene a ti. Muchos son los tormentos del pecador, pero la misericordia rodea a los que confían en YAHWEH. ¡Conténtate en YAHWEH; regocíjate, justo! ¡Gloríense, todos ustedes, rectos de corazón!


(BAD) 
Dichoso aquel a quien se le perdonan sus transgresiones, a quien se le borran sus pecados. Dichoso aquel a quien el Señor no toma en cuenta su maldad y en cuyo espíritu no hay engaño. Mientras guardé silencio, mis huesos se fueron consumiendo por mi gemir de todo el día. Mi fuerza se fue debilitando como al calor del verano, porque día y noche tu mano pesaba sobre mí.  Pero te confesé mi pecado, y no te oculté mi maldad. Me dije: «Voy a confesar mis transgresiones al Señor», y tú perdonaste mi maldad y mi pecado.  Por eso los fieles te invocan en momentos de angustia; caudalosas aguas podrán desbordarse, pero a ellos no los alcanzarán. Tú eres mi refugio; tú me protegerás del peligro y me rodearás con cánticos de liberación. El Señor dice: «Yo te instruiré, yo te mostraré el camino que debes seguir; yo te daré consejos y velaré por ti. No seas como el mulo o el caballo, que no tienen discernimiento, y cuyo brío hay que domar con brida y freno, para acercarlos a ti.»  Muchas son las calamidades de los malvados, pero el gran amor del Señor envuelve a los que en él confían.   ¡Alegraos, vosotros los justos; regocijaos en el Señor!¡Cantad todos vosotros, los rectos de corazón!

(PTD)
Qué afortunados son aquellos rebeldes a quienes Dios les perdona sus pecados. Qué afortunados son los que el Señor considera inocentes porque no mintieron en cuanto a sus pecados. Cuando yo no quería confesar mis culpas, me debilitaba cada día más.  Dios mío, tú hacías mi vida cada día más difícil. Toda mi fuerza desaparecía.  Entonces, Señor, decidí confesarte todos mis pecados; no escondí ninguna de mis culpas. Decidí confesarte mis errores, Señor, y tú perdonaste todas mis culpas. Por eso, todos tus seguidores deben orar a ti. Y así, aunque estén en mil dificultades, nada malo les sucederá.  Tú eres mi refugio, me rodeas y me proteges, y por eso me alegro.  El Señor dice: «Te enseñaré y te mostraré el camino; te protegeré y seré tu guía». Deja la terquedad que te impide acercarte al Señor. Los perversos reciben muchos sufrimientos. En cambio, quien confía en él está protegido por el fiel amor de Dios. Por eso alégrense y sean felices en el Señor. Alégrense todos ustedes gente honesta.


(LBLA)
Salmo de David.  ¡Cuán bienaventurado es aquel cuya transgresión es perdonada, cuyo pecado es cubierto! ¡Cuán bienaventurado es el hombre a quien el SEÑOR no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño!   Mientras callé mi pecado, mi cuerpo se consumió con mí gemir durante todo el día. Porque día y noche tu mano pesaba sobre mí; mi vitalidad se desvanecía con el calor del verano.  Te manifesté mi pecado, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones al SEÑOR; y tú perdonaste la culpa de mi pecado. Por eso, que todo santo ore a ti en el tiempo en que puedas ser hallado; ciertamente, en la inundación de muchas aguas, no llegarán éstas a él.  Tú eres mi escondedero; de la angustia me preservarás; con cánticos de liberación me rodearás.  Yo te haré saber y te enseñaré el camino en que debes andar; te aconsejaré con mis ojos puestos en ti. No seas como el caballo o como el mulo, que no tienen entendimiento; cuyos arreos incluyen brida y freno para sujetarlos, porque si no, no se acercan a ti. Muchos son los dolores del impío, pero al que confía en el SEÑOR, la misericordia lo rodeará. Alegraos en el SEÑOR y regocijaos, justos; dad voces de júbilo, todos los rectos de corazón.


El Señor Jesús es el perdona todo de mis pecado y iniquidades, me llena de sus misericordias y me llena de regocijo poder alabarle sin sombras en mi corazón. ¡Aleluya! ¡Aleluya! Amen. Y Amen.

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