sábado, 1 de septiembre de 2012

El Señor Jesús Es Quien atiende una causa justa.


Salmo 17

Una promesa de bendición de la Palabra de Dios  tomada para bendecir tu vida.

(NVI) 
Señor, oye mi justo ruego; escucha mi clamor; presta oído a mi oración, pues no sale de labios engañosos.  Sé tú mi defensor, pues tus ojos ven lo que es justo.  Tú escudriñas mi corazón, tú me examinas por las noches; ¡ponme, pues, a prueba, que no hallarás en mí maldad alguna! ¡No pasarán por mis labios palabras como las de otra gente, pues yo cumplo con tu palabra! he apartado mis pasos; mis pies están firmes en tus sendas.  A ti clamo, oh Dios, porque tú me respondes; inclina a mí tu oído, y escucha mi oración.  Tú, que salvas con tu diestra a los que buscan escapar de sus adversarios, dame una muestra de tu gran amor.  Cuídame como a la niña de tus ojos; escóndeme, bajo la sombra de tus alas, de los malvados que me atacan, de los enemigos que me han cercado. Han cerrado su insensible corazón, y profieren insolencias con su boca.  Vigilan de cerca mis pasos, prestos a derribarme.  Parecen leones ávidos de presa, leones que yacen al acecho.  ¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! ¡Con tu espada rescátame de los malvados!  ¡Con tu mano, Señor, sálvame de estos mortales que no tienen más herencia que esta vida! Con tus tesoros les has llenado el vientre, sus hijos han tenido abundancia, y hasta ha sobrado para sus descendientes.  Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me bastará con verte cuando despierte.


(DA)
Una oración de David: Escucha una causa justa, Ho YAHWEH, atiende mi petición; da oído mi oración que no es con labios engañosos. Que mi juicio venga de tu presencia, deja que mis ojos contemplen justicia.  Tú has examinado mi corazón, Tú me has visitado de noche, Tú me has probado con fuego, e injusticia no ha sido encontrada en mí, que no deben pasar por mis labios. En cuanto a lo que otros hacen, por palabras de Tus labios yo me he alejado de las sendas de los violentos; mis pasos se afianzan firmemente a tus sendas, mis pies no resbalan.  Ahora te puedo llamar, Elohim, porque Tú me responderás. Vuelve tu oído a mí, oye mis palabras.   Muestra lo maravillosa que es tu misericordia, Tú que salvas a aquellos que esperan en Ti. Protégeme como a la pupila de tu ojo, de aquellos que resisten tu mano derecha, escóndeme bajo la sombra de tus alas, de los perversos que me ha afligido, de los enemigos mortales, que rodean mi alma.  Ellos se encierran con su propia grasa; ellos hablan arrogantemente con sus bocas; ellos me rastrean, me rodean; ellos buscan la oportunidad para echarme a tierra.  Son como leones ansiosos de desgarrar la presa, como cachorros de león morando en lugares secretos.   ¡Levántate, Ho YAHWEH, impídelos! ¡Derríbalos! Libra mi alma de los perversos con tu espada, con tu mano, Ho YAHWEH, líbrame de tus enemigos, destrúyelos de esta tierra, dispérsalos en su vida; aunque sus estómagos se satisfacen con Tus tesoros escondidos, ellos han sido satisfechos con inmundicias, y dejarán el remanente de sus posesiones a sus pequeños. Pero yo apareceré en justicia delante de Tu Rostro; estaré satisfecho cuando Tu Gloria aparezca.


(T-Amat) 
Atiende, ¡oh Señor!, a mi justicia, acoge mis plegarias. Presta oídos a mi oración, que no la pronuncio con labios hipócritas o fraudulentos. Salga de tu benigno rostro mi sentencia; miren tus ojos la justicia de mi causa.    Pusiste a prueba mi corazón, y le has visitado durante la noche; me has acrisolado al fuego, y en mí no se ha hallado iniquidad. Lejos de hablar mi boca según el proceder de los hombres mundanos; por respeto a las palabras de tus labios he seguido las sendas escabrosas de la virtud.  Asegura constantemente mis pasos por tus senderos, a fin de que mis pies no resbalen.  Yo he clamado a ti, Dios mío, porque siempre me has oído benignamente; inclina, pues, hacia mí tus oídos, y escucha mis palabras.   Haz brillar de un modo maravilloso tu misericordia, ¡oh salvador de los que en ti esperan!  De los que resisten el poder de tu diestra, guárdame Señor, como a las niñas de los ojos. Ampárame bajo la sombra de tus alas,  contra los impíos que me persiguen. Han cercado mis enemigos mi alma.   Han cerrado sus entrañas a toda compasión; hablan con altanería.   Después de haberme arrojado fuera, ahora me tienen cercado por todas partes; tienen puestas sus miras para dar conmigo en tierra. Están acechándome como el león preparado a arrojarse sobre la presa, o como el leoncillo, que en lugares escondidos está en espera. Levántate, ¡oh Señor!, prevén su golpe, y arrójalos por el suelo; libra mi alma de las garras del impío; quítales su espada a los enemigos de tu diestra. Sepáralos, Señor, de los buenos, aun mientras viven, de aquellos que son en corto número sobre la tierra, en la que han saciado su apetito de tus exquisitos bienes. Se llenan de hijos según su deseo; y dejan después a sus nietos el resto de sus caudales.   Pero yo compareceré en tu presencia con la justicia de mis obras; y quedaré plenamente saciado, cuando se me manifieste tu gloria.


(PTD)
Señor, escúchame, te pido que me hagas justicia; atiende a mi llamado. Escucha mi oración, pues mis palabras son sinceras.  Tú decidirás qué es lo justo para mí; tú puedes ver la verdad.  Señor, tú has examinado mi corazón; estuviste conmigo toda la noche, me interrogaste y no encontraste nada malo en mí. Examinaste mis planes y no encontraste nada malo en ellos.  Por la palabra que viene de tus labios he procurado evitar el uso de la violencia, y no me importa lo que hagan los demás.  Sigue guiando mis pasos para que nunca me pierda.  Dios, te pido ayuda porque sé que me responderás. ¡Escúchame! Escucha mi oración.   Muéstrame que ese fiel amor maravilloso nunca se acaba. Los que confían en ti buscan tu ayuda cuando están en problemas y tú las salvas. Protégeme como a la niña de tus ojos; escóndeme bajo la sombra de tus alas.  Protégeme de los perversos que tratan de destruirme. Sálvame de mis enemigos que quieren hacerme daño.  Ellos no tienen compasión y son demasiado arrogantes.  Me persiguieron y me han rodeado para atacarme. Mis enemigos son como leones listos a devorar su presa. Se esconden como leones para atacar a su víctima.  ¡Levántate Señor! Enfrenta a mis enemigos y haz que se rindan.  Usa tu poder y sálvame de los perversos. Señor, demuestra todo tu poder y expulsa de esta vida a esa gente mala. Y a los que amas, dales comida en abundancia para que hasta sus hijos y los hijos de sus hijos tengan siempre alimento.  Yo te veré porque tú me harás justicia y al verte quedaré satisfecho.


(LBLA)
Oración de David. Oye, oh SEÑOR, una causa justa; atiende a mi clamor; presta oído a mi oración, que no es de labios engañosos.  Que mi vindicación venga de tu presencia; que tus ojos vean con rectitud. Tú has probado mi corazón, me has visitado de noche; me has puesto a prueba y nada hallaste; he resuelto que mi boca no peque. En cuanto a las obras de los hombres, por la palabra de tus labios yo me he guardado de las sendas de los violentos.  Mis pasos se han mantenido firmes en tus senderos. No han resbalado mis pies.  Yo te he invocado, oh Dios, porque tú me responderás; inclina a mí tu oído, escucha mi palabra.  Muestra maravillosamente tu misericordia, tú que salvas a los que se refugian a tu diestra huyendo de los que se levantan contra ellos.  Guárdame como a la niña de tus ojos; escóndeme a la sombra de tus alas de los impíos que me despojan, de mis enemigos mortales que me rodean. Han cerrado su insensible corazón; hablan arrogantemente con su boca.  Ahora nos han cercado en nuestros pasos; fijan sus ojos para echarnos por tierra, como león que ansía despedazar, como leoncillo que acecha en los escondrijos.  Levántate, SEÑOR, sal a su encuentro, derríbalo; con tu espada libra mi alma del impío, de los hombres, con tu mano, oh SEÑOR, de los hombres del mundo, cuya porción está en esta vida, y cuyo vientre llenas de tu tesoro; se llenan de hijos, y dejan lo que les sobra a sus pequeños. En cuanto a mí, en justicia contemplaré tu rostro; al despertar, me saciaré cuando contemple tu imagen.



¡Ho Señor Jesús!  Tu me redimiste de la maldición con Tu sangre preciosa el día que decidí creer en Ti, hoy clamo a ti porque Tu Palabra que has derrotado a todos tus enemigos y están bajo las plantas de Tus pies, y clamo con causa, justa declarando lo escrito en Tu Palabra que me has salvado de todo dominio del diablo y de este mundo. Y lo creo, hoy soy libre de toda esclavitud del mundo de tinieblas en el Nombre de Jesús. Amen.

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